Samsung intenta escapar del pago de 930 millones de dólares a Apple

En 2012, un jurado estadounidense decidió que Samsung violó las patentes de Apple y copió el diseño de algunos iPhone. cuando desarrolló sus propios productos, lo que obligó a los coreanos a pagar poco más de mil millones de dólares en daños y perjuicios.

Apple contra Samsung

Impugnando esa decisión inicial, Samsung obtuvo una reducción del importe fijado como compensación, quitándole 100 millones de dólares, quedando un total de 930 millones de dólares por pagar. Samsung apeló y contra esta decisión de pagar una indemnización, y hoy comienza en un tribunal estadounidense el juicio de la apelación interpuesta por la empresa coreana contra este monto establecido el año pasado.

Un tribunal de apelaciones debe escuchar el jueves los argumentos de ambas partes en la apelación de Samsung del veredicto del primer caso Apple-Samsung, el que terminó en 2013 con Apple recibiendo 930 millones de dólares en daños por parte de dos jurados. Samsung sostiene que gran parte, si no la totalidad, de esa cantidad debería desecharse, diciendo que el veredicto fue excesivo e injustificado.

Samsung intenta escapar del pago de 930 millones de dólares a Apple

Samsung afirma que la mayor parte de la cuantía establecida como indemnización es excesiva y carente de mérito, acusando a la compañía Apple de falta de innovación para el desarrollo de los diseños utilizados en sus propios terminales iPhone. Los de Samsung formularon un complejo escrito con la ayuda de 27 profesores de derecho, por lo que estamos hablando de mucho material para ser estudiado por los abogados de Apple, pero también por el juez que presidirá el juicio y tomará la decisión final por él.

La compañía Apple afirma que Samsung intenta en este recurso volver a presentar a juicio una serie de hechos que ya fueron juzgados en el juicio inicial, en lugar de aportar nuevas pruebas y argumentos que justifiquen aceptar el recurso. Apple ha creado una serie de sus propios informes con la ayuda de expertos y defensores de la protección de los derechos intelectuales, pero queda a la empresa decidir quién tiene razón y quién no en esta situación extremadamente compleja.