En microgravedad, la llama de una vela se comporta de forma completamente inesperada debido a la ausencia de corriente ascendente. En estas condiciones, el oxígeno es atraído hacia la llama mediante un mecanismo completamente diferente, lo que abre nuevos horizontes en el estudio de la combustión. El primer experimento de este tipo se llevó a cabo en 1997 a bordo del transbordador espacial Columbia. Llamado "Estructura de burbujas de llamas de bajo número de Lewis" (SOFBALL), el experimento implicó el uso de una cámara sellada donde las llamas, en condiciones de microgravedad, pueden arder durante mucho tiempo.
Las investigaciones recientes tienen el potencial de proporcionar importantes conocimientos prácticos, especialmente en el campo de la ingeniería. Durante décadas, los ingenieros han estado interesados en construir motores de combustión interna que funcionen con una mezcla pobre de combustible y oxígeno, lo que en teoría debería producir algo similar a una burbuja de llama en el espacio. "Si pudiéramos quemar una mezcla de combustible más pobre en los motores, lograríamos una mayor eficiencia de combustible y una menor formación de contaminantes.", el explica Pablo Ronney, investigador de combustión de la Universidad del Sur de California que concibió y ayudó a diseñar los experimentos de llamas del transbordador espacial.
Al mismo tiempo, la importancia de la temperatura en el proceso de combustión es crucial porque las velocidades de las reacciones químicas involucradas son extremadamente sensibles a las variaciones de temperatura. Un simple aumento del 10 por ciento en la temperatura puede duplicar la tasa de combustión y al mismo tiempo aumentar trece veces la tasa de formación de algunos contaminantes, especialmente los óxidos de nitrógeno que contribuyen al ennegrecimiento de nuestros cielos.
Así, el estudio del fuego en microgravedad no sólo amplía nuestro conocimiento sobre la combustión en condiciones extremas, sino que también proporciona perspectivas innovadoras para el desarrollo de tecnologías futuras. Al comprender los mecanismos precisos que gobiernan la combustión en ausencia de gravedad, los investigadores esperan diseñar sistemas de propulsión y motores más eficientes y menos contaminantes, lo que marcará un paso importante hacia un futuro sostenible.
